Inspirados por ellas, hemos llegado hasta Orkin, un pueblo ganadero en el corazón de la Utzama, donde hemos instalado nuestra oficina. Tras más de dos décadas en la ciudad, ahora trabajamos rodeados por prados verdes, vacas, caballos, ovejas lachas y hasta un roble milenario.
Mientras diseñamos, en el estudio se escucha el silencio, solo interrumpido por el clic del ratón y algún mugido afuera. De vez en cuando, Manolo nos trae leche de sus ovejas y, Jesusa, nos obsequia con unas deliciosas verduras de la huerta. Nosotros dedicamos nuestro día a día a lo que mejor sabemos hacer: dar respuesta a las necesidades de clientes vecinos y clientes en cualquier parte del mundo. También, nos gusta colaborar con agencias de publicidad que necesitan un refuerzo en el área visual y conectan con nuestra filosofía. Por supuesto, si alguno de ellos nos visita en Orkin, le invitamos a una cuajada.